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Cumbre del hidrógeno verde: ¿Menor optimismo?

Clemente Pérez Abogado, Máster en Políticas Públicas

Por: Clemente Pérez | Publicado: Miércoles 15 de mayo de 2024 a las 04:00 hrs.
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Clemente Pérez

En estos días se realiza en Rotterdam la cumbre mundial de hidrógeno verde. Miles de empresas y líderes de todo el mundo se reúnen para ver como avanzar en desarrollar este combustible que, junto al almacenamiento de la energía renovable, es parte fundamental de la llamada “transición energética”.

Es cierto que para combatir la crisis climática necesitamos que los vehículos y maquinarias sean eléctricos, alimentados por energía renovable. Pero aun así, muchos necesitan un combustible con mayor densidad energética, y es ahí donde viene el hidrógeno. Los aviones serán a hidrógeno, no eléctricos. Lo mismo se espera con los camiones de la minería y los barcos de gran tamaño. En fin, el hidrógeno ocupa un “nicho”, pero es un nicho enorme y fundamental en la transición. 

“Podríamos estar ante un debilitamiento de nuestra ventaja inicial. Estamos lejos de los centros de consumo, el transporte es una variable clave y la permisología asusta a posibles inversionistas”.

El otro gran “nicho” del hidrógeno está en la conversión de procesos industriales y motores ya existentes, cuya transformación a electricidad no es posible.

Por todo ello, el hidrógeno verde es llamado uno de los combustibles del futuro y Chile cuenta con ventajas competitivas en esta industria (un estudio de Mackinsey nos ubicó entre los productores más baratos del mundo). Aprobamos una estrategia que fue capaz de alinear a industrias y a autoridades bajo la esperanza de pasar de ser importadores a exportadores netos de energía. Eso, acompañado de algunos aportes públicos, dio el inicio a una industria que ha venido creciendo y madurando.

Hoy existen 67 proyectos a lo largo de todo Chile, aunque principalmente concentrados en Antofagasta y Magallanes. Si bien la gran mayoría está en sus primeras etapas de desarrollo, ya hay ocho iniciativas operando en escala piloto y otras tantas en tramitación ambiental. El Gobierno actual tomó la posta que con entusiasmo le pasó el anterior y publicó hace unos días un extenso y ambicioso Plan de Acción.

Sin embargo, algo de protagonismo hemos venido perdiendo como país. Algo de “momentum” hemos dejado pasar. En Rotterdam he podido observar que otros países, como Australia e India, surgen con fuerza como destinos preferentes para el desarrollo de proyectos de hidrógeno verde.

Podríamos estar ante un debilitamiento de nuestra ventaja inicial. Estamos lejos de los centros de consumo y el transporte es una variable clave. También la llamada “permisología” asusta a posibles inversionistas, que se sorprenden con nuestros plazos de aprobación y con la rigidez del sistema. Si un proyecto tarda 4 o 5 años en obtener una autorización, en ese plazo puede haber cambiado totalmente la tecnología y el SEIA no cuenta con mecanismos flexibles de adaptación al cambio.

Otros más optimistas destacan la madurez que han alcanzado varios de los proyectos y también un aprendizaje en cuanto a la importancia de trabajar en conjunto, desarrollando “clusters” y compartiendo infraestructura crítica.

Todavía estamos a tiempo de mantener la ventaja inicial. Esta es una carrera de largo aliento, pero es crucial mantenerse en el pelotón de avanzada.

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